Texto sobre «Skulls»

Serie SKULLS (Cefalóforos, pero ¿dónde tengo la cabeza) – 2021

 Marcel Duchamp acuñó el término readymade en 1915 para describir su arte encontrado. Su Fuente, un orinal que firmó con el seudónimo «R. Mutt», confundió al mundo del arte en 1917. El arte encontrado deriva su identidad como arte del nombre que se le da por el artista. La idea de dignificar objetos cotidianos de esta manera es un desafío chocante entre lo que se considera arte en oposición a lo que no lo es. El arte encontrado, sin embargo, tiene que tener creación artística, al menos una idea sobre ello. Hay también en su mayor parte una modificación del objeto, aunque no hasta el extremo de hacerlo irreconocible. La modificación transforma al objeto encontrado en objeto modificado, interpretado o adaptado.

Entendemos como mundo real, el cosmos que los humanos construimos en nuestra imaginación. Pero la realidad es otra; no tiene un objetivo ni tiene consecuencias, está ahí sin más, sin aspiraciones, sin pretender un significado. Todo lo demás es una construcción mental humana, un adorno de nuestra fantasía. La nieve se derrite y se convierte en agua; esa agua se vuelve a convertir en nieve, pero sigue siendo lo mismo, en forma de ciclos. El artista que replica el curso de lo natural busca una dar al hallazgo una justificación superior.

Como un demiurgo juego con la naturaleza, dando a esos objetos incompatibles un sentido, haciéndoles partícipes de un lenguaje más complejo y superior. Estas piezas son recreaciones manipuladas, coloridas, en forma de reencarnación animal, con aspecto publicitario, pop, postmoderno o de anime. Los elementos primordiales son moldeados por la naturaleza de forma caprichosa y muy sugerente y posteriormente cada elemento tiene   un origen y sufre un tratamiento diferenciador. El punto de encuentro marca el origen y define el procesado posterior: arrastrados por la fuerza del rio y el empuje de las mareas, atacados en el campo por la lluvia y el viento.

Estos Ready-mades son tratados como si fueran lienzos, aplicando colores de forma agresiva. Los manipulo como piezas iniciales con sentido autónomo, para más adelante establecer una simbiosis azarosa entre los elementos en la búsqueda de bustos y así dialogar con la serie plana sobre lienzo de los Cafalóporos. Hasta el Renacimiento las esculturas tenían color. A Nuestro ojo moderno le horroriza el color en la escultura. Lucho por reforzar esta recuperación cromática, haciendo un uso casi abusivo e impactante del color, un grito cromático.

La presente instalación consiste en recrear la desembocadura del rio Pas como un cementerio, metáfora del final de las pasiones y de los recuerdos. Mis esculturas resultan de reciclar vidas anónimas y los olvidados recuerdos de aguas arriba. Son improntas de un antiguo acto, de recuerdos humanos, ya desaparecidos como las imágenes de un cine apagado. Las moneras constituyentes de mi trabajo son restos de viviendas, de árboles, de hogueras, deformados por el tiempo y el agua. Son muñecas perdidas y reencontradas, espectros que llevan siglos danzando los embates del agua de la erosión. Son las almas en pena y olvidadas que el rio arrastra hasta el mar.

Manipulo y reintegro objetos encontrados en la playa o el campo. Maderas talladas por el tiempo, el viento y el agua de los ríos. Liencres es un lugar bravo, primitivo y seminal donde el Pas desemboca arrastrando todo lo que encuentra a su paso. El rio arrastra historias de personas que desaparecieron hace años.

 Yo encuentro y restauro. Es una forma de arqueología en donde reformo fragmentos óseos de madera, reorganizando las osamentas que dispersas, forman los recuerdos arrastrados por el mar. Estos ready-mades se concretan en las cabezas de los santos cefalóforos de la serie pictórica. Cabezas entre humanas y de aves, adornados con plumas extravagantes. Parecen seres libres, pero están atrapados en un terreno hostil y castrador

¿A dónde fueron las cabezas de los Cefalóforos? En mi relato acaban en el río, junto a otros restos vitales arrastrados por el agua, junto a los recuerdos de los lugareños de las riberas. Son impulsados hasta el mar, agitados por las olas y de nuevo devueltos a la playa, en donde se perpetua el proceso de erosión transformadora. Me encuentro cosas en la playa y en el campo: maderas piedras, cosas que no son nada, que carecen de finalidad y de significado, que están en el mundo sin ninguna intención ni objetivo. Pretendo que, tras una transformación mínima de los materiales encontrados, del análisis y el enfrentamiento entre sueño y mundo, resulte un encuentro, un renacimiento.

El hecho de fabricar con mis propias manos los elementos que integran las piezas carece de importancia.

Los descubrí y los elegí. Extraigo de su ambiente varios objetos inconexos, abandonados y vapuleados por la naturaleza. Los presento de tal modo que su significado utilitario desaparece bajo un título y un punto de vista nuevos. Creo un pensamiento nuevo para ese objeto.

Mis esculturas no son símbolos. He alterado la sustancia física de la madera por algo espiritual, sin cambiar su apariencia. La madera real está físicamente presente, pero en la forma de un animal, a medias entre humano y pájaro, que como en la película Birdman, representa un superhéroe con grades limitaciones que lo hacen muy humano. En otra ocasión se mezcla una cabeza de abeto con un cráneo en forma de coliflor, que como el protagonista de Saint-Exupery, su testa es un baobab. El aspecto de la talla nos retrotrae a la palabra japonesa kitsune que significa «zorro», animal que posee habilidades mágicas, como la capacidad de adoptar la forma humana, concretamente como mujer joven. Los kitsune pueden ser seductores y conocidos como amantes, usualmente en historias que involucran un joven varón y un kitsune que toma la forma de una mujer. El kitsunetsuki literalmente significa «el estado de estar poseído por un zorro». La víctima es principalmente una mujer joven, en la que el zorro entra debajo de sus uñas o a través de sus senos para alimentarse de su energía vital y hacerse más fuerte. En algunos casos, la expresión facial de la víctima cambia de una forma que es parecida a la de un zorro. En la medicina, el kitsunetsuki es una psicosis étnica única en la cultura japonesa. Aquellos que sufren la condición creen ser poseídos por un zorro.

La madera también puede mutar en la forma de una cabeza, como un Viejecito lleno de sabiduría o el cráneo de Alejandro Magno con aspecto de Buda Gandhara pero mimetizado en anime o cartel pop. Otro carácter presente es la revisitacion del doble; Jano, como cara y cuerpo repetidos hasta el infinito. Doppelgänger es el vocablo alemán para definir el doble fantasmagórico o sosias malvado de una persona viva.  El término se utiliza para designar a cualquier doble de una persona, comúnmente en referencia al «gemelo malvado» o al fenómeno de la bilocación. En las leyendas nórdicas y germánicas, ver el propio Doppelgänger es un augurio de muerte.  Según escribió el dramaturgo    sueco Strindberg: «El que ve a su doble es que va a morir». El romanticismo se interesa por el fenómeno del doble como materialización del lado oscuro y misterioso del ser humano (lo que Jung llamará “la sombra”).

Por último, tenemos la mixtura entre Mechanischer Kopf (Der Geist Unserer Zeit) de 1920 Raoul-Hausmann y Mr. Potato, juego y personaje de animación, resultando un nombre que combina ambos orígenes.